domingo, 31 de julio de 2011

Homosexualidad


Hay pocas cosas tan sencillas y gratificantes como un desayuno de café con leche humeante y pan tostado con mantequilla, a la orilla del mar, contemplando el día recién nacido y arrullado por olas tranquilas y apacibles. La imperdible tertulia de después apunta una curiosa noticia de ayer: “Crimen en un gimnasio de Madrid; dispara mortalmente a su expareja e intenta suicidarse después” (sic). Desgraciadamente los crímenes pasionales están a la orden del día, pero éste aporta una doble curiosidad: es una pareja de homosexuales y, además, el que disparó ¡es un sargento de la Guardia Civil!

Naturalmente se suscita inmediatamente una tormenta de opiniones que, expuestas a trompicones, nos aconseja que delimitemos el sentido del debate. Obviamos la mayor: se están perdiendo las formas y la modernidad está derritiendo esquemas como la mantequilla en la tostada —¡ay, aquellos bigotudos guardias civiles lorquianos!— y dejamos para otro día lo que es un impacto en la línea de flotación de esa entelequia artificial que es “la violencia de género” —¡qué empanada mental con presupuesto!—; nos enfrascamos en analizar cómo, en nuestro país, al menos, la homosexualidad ha pasado de ser una marginalidad social a un lobby político de primer orden.

El tema nos ha llevado por derroteros imprevistos. Lo hemos analizado desde el punto de vista biológico, social, político y ¡hasta matemático! (estadístico); nos hemos aportado interesantes opiniones y hemos afianzado criterios fundamentados, pero está todo por hacer. Por ello, me ha parecido oportuno trasladar este interesante tema a la tertulia. 

Ustedes tienen la palabra...

martes, 19 de julio de 2011

La Crátera

Todavía no hace un año que, después de deambular por las frías calles de internet, me busqué una esquina solitaria y empecé a contar mis cosas. Con la humildad del principiante y la modestia que acompaña al que desconfía de sus propias facultades, me lancé a esbozar escritos que, si para otros no eran auténtico alimento espiritual, para mí, al menos, actuaban como caldo caliente reconfortante en la soledad de mis largas noches literarias. La gente pasaba indiferente, alguno echaba una mirada y muy pocos dejaban unas palabras que ayudaban a ir tirando.

Pero, poco a poco, os habéis ido aproximando un grupo de personas virtuales que, con vuestros consejos acertados, habéis contribuido a que este incipiente creador de imágenes mentales se desperece y comience a dar paseos más allá del barrio de las letras. No sois gente de paso, siempre estáis ahí, persistentes y pendientes de mis textos. Sois gente de bien, de comentarios amables y educados. También gente entendida, argumentando desde un saber sedimentado. Ahora no estoy solo; tengo el calor de unos amigos virtuales y un nuevo motivo para escribir.

Os he reservado un hueco en mi esquina. Un espacio preferente donde expreséis vuestras opiniones libremente. En este escenario que se ha convertido en un complemento necesario para seguir plasmando mis reflexiones, igual que vosotros buscáis inventos nuevos en mis relatos, yo busco mi equilibrio en  vuestras censuras.

Pero una preocupación se ha ido instaurando lentamente en mi sentir. El respeto a vuestros comentarios puede ser malinterpretado como un distanciamiento displicente, y no es el caso. Creo que es bueno evitar los desacuerdos puntuales que puede haber —los hay— en mis escritos, no por huir de una confrontación dialéctica —que me encanta—, sino porque puede derivar a unos derroteros, interesantes, no cabe duda, pero, la mayoría de las veces, ajenos al objeto textual. Por eso veo preciso crear un rincón dentro del blog donde todos —yo me incluyo— compartamos esas ideas, reflexiones y experiencias sin necesidad de tener un relato que lo imponga; una especie de mesa de camilla, siempre dispuesta, para que unos amigos virtuales, anónimos en realidad pero seleccionados por su especial forma de ser y comportarse, conversen libremente cuando lo crean conveniente: Una tertulia virtual permanente, a modo de un foro literario limitado y exclusivo, ¿qué os parece? 
La Crátera se va a llamar esta tertulia literaria. La elección del término no es casual y puede ser el punto de partida de esta tertulia que aquí se inicia.
¡Adelante!, pasen, acomódense y charlen.