jueves, 18 de julio de 2013

¡Despierta, Lutero!

Hacía mucho tiempo que no veía la palabra Indulgencia, supe, más o menos, de que se trataba, cuando estaba por allá, hace mucho tiempo, en los caminos del Catecismo. Luego volvió a aparecer mientras estudiaba la historia de la Reforma, como una de las causas primeras del disgusto de muchos frente a la manera de como Roma conseguía los recursos para sus monumentales obras.

La doctrina de las indulgencias forma parte de la teología católica en lo referente al pecado, la penitencia y el perdón.
Se trata de que si bien mediante el Sacramento de la Reconciliación (antes llamada Confesión) los pecados son perdonados, este perdón no significa que la cuenta haya quedado saldada completamente, se debe primero cumplir una "penitencia" y, después el alma del pecador debe cumplir una especie de condena en el Purgatorio, dónde, en base al tiempo de permanencia, "purgue" definitivamente sus pecados y logre el paso libre al cielo (o paraíso, si se quiere).

Una indulgencia (benevolencia, favor) permite al que la recibe disminuir su estadía en el Purgatorio, es decir, acortar el tiempo. Algo bueno, si los pecados han sido muchos.
Las indulgencias se pueden conseguir de diferentes maneras, por ejemplo haciendo una peregrinación a un Santuario, cumpliendo con rezos sistemáticos, observando algunas conductas piadosas. Hasta ahí todo bien, porque estas actividades tienen implícito el propósito del pecador de hacer algo consecuente con lo que dice creer.

En algún momento, a algún ingenioso se le ocurrió la idea de conceder indulgencias a cambio de un donativo. El negocio funcionó, es decir que había gente dispuesta a pagar para rebajar su estadía en el Purgatorio (cuya incomodidad era convenientemente condimentada por el vendedor). Bien estimulada con buenos y convincentes sermones, el dinero comenzó a entrar en las arcas, lo que permitió, por un lado construir magníficas basílicas y por otro, que los príncipes de la iglesia pudieran llevar una vida de lujo y libre de preocupaciones monetarias.
Lo malo es que sucedió lo de siempre, dinero llama dinero, nunca es suficiente, y comenzaron a utilizarse revolucionarias técnicas de mercadotecnia para aumentar las ventas, ahora podía incluso comprarse indulgencias por pecados por cometer, es decir, pagando por adelantado. Esto tuvo tamaño éxito, el dinero entraba. Pero al final le costó a Roma una revolución, la Reforma, que le quitó de las manos la mitad del mundo que creía tener absolutamente dominado.
El Concilio de Trento puso fin (algo tarde pero nunca demasiado) a la venta de indulgencias, y estas continuaron formando parte de la teología católica pero ahora de manera muy suave, es decir de nuevo entregada a cambio de actos piadosos.

Pero hoy he leído una noticia que me llenó de sorpresa: El Vaticano anunció el miércoles mediante un decreto del Tribunal de la Penitencia que el Papa concedería indulgencias plenarias a sus seguidores en Twitter.
Si bien el presidente del Consejo Pontificio se ha apresurado a aclarar que para ganar las indulgencias los fieles deben estar "arrepentidos y contritos" de sus faltas, deja también claro que se debe ser "seguidor" de la cuenta de Twitter del Papa.
No hay pago monetario de por medio, eso sí, pero el tener una cuenta de Twitter ¿no implica una especie de pago?
Me da mala espina todo esto, porque creo que está abriendo las puertas a toda una gama de posibilidades.
Yo entiendo esto de la culpa y el perdón. Si alguien me hace daño y después me pide perdón, mostrando arrepentimiento y buscando compensar el daño causado, ya sea mediante acciones reparatorias y/o cambiando de conducta, ya veré si lo perdono, eso dependerá de mi manera de ver las cosas. Pero no creo que esté dispuesto a perdonar a alguien bajo su promesa de seguirme en Twitter, porque lo vería ridículo, no habría proporción entre la falta y la reparación. Sería demasiado fácil para el ofensor hacerse perdonar mediante tan miserable subterfugio.
Pero hay alguien en el Vaticano que no piensa lo mismo, y ahora propone vender indulgencias a cambio de un "clic". Hace tiempo que Roma se está buscando una nueva Reforma, no vaya a resultar que un día de estos aparezca un nuevo Lutero.

10 comentarios:

  1. Bueno, pues veo este tema como ampliación del anterior sobre la devaluación y banalización de lo íntimo en la sociedad actual;una actitud íntima como debería ser la relación del creyente con su Iglesia, se desvirtúa y pasa a ser un dato de la estadística del Vaticano sobre la audiencia.

    Con todo lo oscurantista que ha sido siempre eso de las indulgencias otorgadas por la Iglesia católica,no sé qué desprestigia más a esa institución y qué provoca más la pérdida de la fe, si lo de antes o esta parodia religiosa.

    Jenofonte, nos muestras un buen ejemplo de hasta donde llegan,atrapan y contaminan los tentáculos de las redes sociales.

    Saludos.

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  2. En principio veo dos problemas (desde la galería, yo no soy católico). Primero, que entiendo la religión como una relación de la persona con la divinidad, esto implicaría un diálogo interior (aunque puede haber un intermediario) pero no veo como ese diálogo pueda realizarse a través de un medio físico. Y segundo, lo que planteas, Romero, esa banalización, porque entiendo también que los actos religiosos, sean personales o masivos, tienen implicitos una cierta solemnidad, ¿y que solemnidad puede haber en el Twitter, que es más bien un ejemplo de superficialidad?
    Por último, creo que está bien que la iglesia (la que sea) se modernice, ¿por qué no usar la tecnología para los fines prácticos de comunicación? Pero eso de las indulgencias lo encuentro desafortunado, modernizar lo medios es una cosa, modernizar los vicios, otra muy distinta.

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  3. Jenofonte, confieso que me dejaste perplejo según iba avanzando en la lectura de tu escrito histórico-eclesiástico, sin saber a dónde irías a parar. Y, al final me provocaste una sonrisa con el comentario de la noticia del Vaticano.Ganar indulgencias con tan solo un "clic" en el ordenador, es un dato que, aparte del humor con que se tome,nos dice claramente que la comunicación, en la sociedad actual y futura, pasa por la tecnología.

    Pero... aunque Lutero fue necesario en su momento histórico,no lo invoquemos para que resucite.La Reforma necesaria hoy día en las instituciones religiosas ,laicas,políticas,económicas, etc. deberán llevarla a cabo eso que llamamos "pueblo" para entendernos. Ganar indulgencias papales, con o sin "clic", es un cuento.

    Saludos.

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  4. Quiero felicitarnos a todos los tertulianos porque hoy hace dos años que comenzó esta tertulia con la publicación de "La Crátera".Releyendo sus temas y comentarios, creo que podemos estar satisfechos.Tras algún periodo de inactividad, se volvía a reactivar con la misma pasión de comunicación e intercambio de opiniones.
    ¡Que no decaiga la participación!

    Un abrazo a todos y cada uno.

    Fany

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  5. ¡Ah! Cronos, eso de despertar a Lutero no es más que sarcasmo. Lo de las indulgencias informáticas, bueno, así como nadie puede obligar a otro a creer, nadie puede obligarlo tampoco a no creer. Yo lo encuentro desafortunado, pero estoy seguro que en el momento dado la red se llenará de clics...

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  6. No puedo hablar de indulgencias en sentido religioso porque su existencia está íntimamente ligada al concepto de pecado,y no creo en lo uno ni en lo otro.
    Solo empleo esta palabra con el significado de la RAE :facilidad en perdonar o disimular las culpas", o lo que es lo mismo, ser benevolente, comprensivo, con los demás a la hora de juzgar sus acciones que no son de nuestro agrado.
    Solo creo en esta indulgencia, no en las del Vaticano.

    Pero lo sorprendente de la noticia que se comenta aquí es la modalidad de conceder tales indulgencias, que, a mi juicio, añade ficción y banalidad a tal acto. Y, por otra parte, es curioso que una Iglesia que reviste todos sus actos de rituales ostentosos para influir con esa solemnidad en el ánimo de los fieles, en esta ocasión le baste un "clic" como única ceremonia.Toda una muestra de modernidad en una Institución anquilosada. Paradojas de la vida.

    Saludos, Jenofonte. Espero que seas indulgente conmigo.

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  7. Hay algunos aspectos interesantes, en esto de las indulgencias, que tal vez valga la pena recordar, más o menos para saber el por qué se llegó a comerciar con tan espiritual asunto.
    Resulta que el papado, León X en el momento que Lutero denuncia el problema, estaba empeñado en reconstruir la Basílica de San Pedro, y eso costaba dinero, mucho. De ahí que surgiera la idea de vender las indulgencias como medio de recolectar fondos. Pero, la recolección no la hacía la Iglesia por sí misma, sino que por medio de una empresa especialista en eso de los dineros, La Banca Fugger, la que así aprovechaba de cobrar algunos intereses adeudados por altos dignatarios de la Iglesia, por dineros utilizados para comprar sus cargos (¡Oh!).
    El problema estaba también en que la Banca Fugger es la misma que le prestó el dinero al emperador Maximiliano para que sobornara a los que tenían que elegir a su sucesor y se decidieran por su hijo Carlos (que fue después Carlos V).
    Las indulgencias eran entonces más que un problema teológico uno netamente bancario.
    Hay otro problema además que considerar, ¿qué valor tiene la belleza arquitectónica, qué valor la belleza artística, cuando es pagada con este tipo de manejos?
    Porque no podemos dejar de admirar la obra de Miguel Ángel, aunque el dinero con que se le pagó por sus servicios haya sido obtenido con malas artes, aprovechando la fe y la ingenuidad de la gente.
    Sí, ya se que me salgo del tema, pero es que también creo, sabiendo que la Iglesia que no da puntada sin hilo, que hay algo más detrás de todo esto. ¿Estará comenzando el Vaticano a meter los dedos en el lucrativo negocio de las redes y sus derivaciones? Porque sabemos que en lo del dinero hace rato ya que compró a los Fugger.


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  8. ¡Vaya lección de historia de la Iglesia Católica, Jenofonte! Parece que hayas dedicado tiempo a conocer sus entresijos!

    Y sobre tus sospechas..."todos los caminos conducen a Roma" incluído el de las redes sociales. Si hay negocio en ellas, no se andarán con escrúpulos.

    Saludos

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  9. No tengo mucho que añadir sobre lo ya dicho sobre las indulgencias papales a través de Twitter; subscribo lo dicho por otros tertulianos.

    No creo que sea necesario entrar en la historia de la Iglesia Católica para opinar sobre este hecho, pues lo que cuestiono es el concepto mismo de indulgencia papal, sea conceda de una u otra forma.

    Saludos.

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  10. Bueno, esto funciona solo para los católicos practicantes, para los demás es algo anecdótico nada más, un tema de conversación.
    Pero otras religiones también tienen sus sistemas, las ruedas de plegaria o molinillos de oración permiten a los budistas tibetanos rezar sin pronunciar las palabras, puesto que es suficiente con hacer girar la rueda para acumular acumulan méritos. Incluso eso se puede automatizar, haciendo que el agua o el viento la hagan girar sin tener que realizar un esfuerzo físico. Es que los seres humanos somos muy ingeniosos.

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